Hace casi dos siglos, en la madrugada del 14 al 15 de septiembre de 1850, un fuerte temporal de viento y lluvia cambió para siempre la historia de Orpesa y del propio cuerpo de la Guardia Civil. El desbordamiento del barranco de Bellver arrastró la diligencia que cubría el trayecto entre Valencia y Barcelona, sumiéndola en el mar y poniendo en peligro la vida de sus viajeros. En aquel dramático rescate, los agentes Pedro Ortega y Antonio Giménez entregaron la suya en un acto de heroísmo que quedó grabado en la memoria colectiva.
Desde entonces, cada 14 de septiembre, Orpesa rinde homenaje a los dos primeros guardias civiles fallecidos en servicio humanitario en España. Su gesto de valentía y sacrificio ha sido transmitido de generación en generación como ejemplo de entrega al deber y solidaridad hacia los demás.
El pasado domingo, la localidad volvió a reunirse junto al monolito erigido en las inmediaciones del barranco de Bellver para recordar su gesta. El acto, solemne y emotivo, contó con la presencia del alcalde Rafael Albert, la subdelegada del Gobierno Antonia García, el coronel Alfonso Martín, jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Castellón, concejales del equipo de gobierno y miembros de la Guardia Civil de Orpesa.
Un legado de valor y servicio
El recuerdo de Ortega y Giménez simboliza los valores de la Guardia Civil y de todo servidor público: compromiso, solidaridad y sacrificio en defensa de los demás. Su muerte en aquella fatídica madrugada no solo rescató del olvido a las víctimas de la diligencia, sino que se convirtió en un ejemplo inmortal de valentía.
Con cada homenaje, Orpesa renueva su fidelidad a la memoria de los agentes, recordando que el servicio a los ciudadanos se mide en actos de entrega como aquel que, hace 175 años, cambió la historia del municipio y del propio cuerpo de la Guardia Civil.